miércoles, 21 de noviembre de 2012

PARADIGMAS CULTURALES!


Sobre los paradigmas culturales en América Latina

Una apretada síntesis elaboró Néstor García Canclini sobre las políticas culturales, sus paradigmas, agentes y modos de organización referidas a América Latina. (Políticas Culturales en América Latina. Varios Autores. Editorial Grijalbo. México. 1987. p.p 217).

En primer lugar, tenemos el Mecenazgo Liberal. Dice el autor: “La primera forma de promoción moderna de la cultura, sobre todo en la literatura y en las artes...Si bien su origen se remonta a los encargos de los papas, reyes y príncipes, con la acumulación económica burguesa se desarrollan formas más libres de subvención a los artistas y escritores. El mecenazgo moderno impone menos indicaciones precisas sobre el contenido y el estilo del arte porque la burguesía no exige al modo de los señores feudales. Su protectorado se guía por la estética elitista de las bellas artes...”.

Los principales agentes del Mecenazgo Liberal vienen a ser las fundaciones industriales y empresas privadas. La organización del vínculo política-cultura se expresa en el apoyo a la creación y distribución discrecional de las bellas artes. La concepción y los objetivos de este paradigma están relacionados con el patrimonio y su desarrollo a través de creación individual. El Mecenazgo “Suele reducirse a la alta cultura y no pretende fijar estrategias globales para resolver los problemas del desarrollo cultural. Sin embargo, consideramos al mecenazgo un forma de política cultural porque ha servido y sirve en varios países para normar las relaciones en este campo, distribuir fondos importantes, establecer líneas prioritarias de crecimiento y desestimar otras”. (García Canclini, 1987).

En segundo lugar, está el Tradicionalismo Patrimonialista. Entre sus fundamentales agentes se encuentran los Estados, partidos políticos e instituciones culturales tradicionales. La relación política-cultura viene dada por el uso del patrimonio tradicional como punto no conflictivo y encuentro de todas las clases sociales. La concepción y objetivo del mismo se relaciona básicamente con la protección y defensa del patrimonio folclórico como quinta esencia de la identidad nacional. Al respecto nos dice Canclini: “Si bien la oligarquía aristocrática ha sido la principal portadora de este tradicionalismo, muchos de sus rasgos son reasumidos por corrientes populistas que asignan a una versión idealizada del pueblo el núcleo del Ser nacional. Su política cultural consiste en la preservación del patrimonio folclórico, concebido como archivo osificado y apolítico. Este folclor se constituye a veces en torno a un paquete de esencias prehispánicas, otras mezclando características indígenas con algunas formaciones en la Colonia o en las gestas de Independencia, en otros casos convirtiendo en matriz ahistórica ciertos rasgos que distinguían nuestra personalidad nacional de lo Otro: foráneo, lo imperialista. Ya sea como folclor predominantemente rural o urbano. Tales tendencias coinciden al pretender encontrar la cultural nacional en algún origen quimérico de nuestro ser, en la tierra, en la sangre o en “virtudes” del pasado desprendidas de los procesos sociales que las engendraron y las siguieron transformando. No toman en cuenta, por lo tanto, las manifestaciones culturales presentes de las clases subalternas que se apartan de ese origen idealizado; son incapaces de incluir en los proyectos políticos las nuevas prácticas con que los sectores populares intentan modificar su dependencia de la cultural hegemónica...”.

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